La Educación Inclusiva (EI) se asume como el actual y más justo modelo de escuela y educación respaldado a nivel mundial desde la Declaración de Salamanca (España) de 1994. Desde entonces se ha insertado en la mayoría de legislación educativas mundiales. Se denomina inclusiva no solo porque atiende a alumnos con discapacidades y trastornos, antes no atendidos en escuelas ordinarias, sino porque se ocupa y preocupa de todo el alumnado, concebido y caracterizado en la actualidad por su diversidad, por unas necesidades educativas que en ocasiones resultaban especiales (NEE), para algunos alumnos, que fueron planteadas en el Informe Warnold de 1978. Aunque que en la actualidad se asume que todas las necesidades educativas de todo el estudiantado son especiales, y se asume la unicidad del ser humano en el marco vanguardista de la neurodiversidad del alumnado, derivada de la Nuerociencia y Neuroeducación. En suma, la EI no ha tenido el éxito deseado, quizá porque no se ha empleado la metodología apropiada. Así, se ha empleado tradicionalmente las Adecuaciones o Adaptaciones Curriculares (AC), que en la actualidad están dando paso al o mudando hacia el Diseño Universal de Aprendizaje (DUA). La agenda 2030 de las Naciones Unidas (NU) compromete, en su Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) no 4, a todos los países a generar una Educación inclusiva de calidad para todos los alumnos. El DUA cuyo sustento teórico emana de la Neuroeducación derivada de las Neurociencias o conocimiento de cerebro es la última esperanza para la consecución del ODS 4

IAC URUGUAY

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